No es fuerte el que no necesita ayuda,
sino quién tiene el valor de pedirla cuando la necesita
La terapia psicológica exige al profesional de la psicología una continua formación, pero también un manejo adecuado de habilidades terapéuticas, esto es, lograr que la persona que acude a consulta se encuentre cómoda y reciba siempre un trato cercano y profesional.
Comenzar una terapia es un acto inteligente y valiente; supone comenzar a hacer un esfuerzo para mejorar aquello que no nos hace feliz. Muchas veces no se trata de cambiar lo que hay en nuestra vida sino nuestra actitud ante la misma.
Acudir al psicólogo no es una debilidad, todo lo contrario, significa querer cuidarnos, ocuparnos de nosotros y encontrarnos bien.
Para superar los problemas y dificultades se trabaja con las mejores técnicas de intervención, sin perder de vista el respeto a la individualidad y la sensibilidad hacia sus problemas y el sufrimiento que le generan.
Miedo excesivo a cometer errores, ataque de pánico con o sin agorafobia, ansiedad social, estrés post-traumático y trastorno obsesivo compulsivo.
Depresión, tristeza, desmotivación, apatía, irritabilidad, desesperanza, sentimiento de culpa, falta de energía.
Consecuencias negativas que se derivan de sufrir una pérdida que conllevan un reaprendizaje y adaptación de la vida sin lo perdido.
Obesidad, anorexia, bulimia, atracones.
Incapacidad para conciliar el sueño o permanecer dormido.
Problemas de comunicación, dificultad para llegar a acuerdos y soluciones, aceptación de planteamientos y cambios.
Adaptación a situaciones frustrantes
Habilidades sociales y asertividad, solución de problemas y toma de decisiones, autocontrol y gestión de emociones.
Puntualmente, en la vida nos encontramos con situaciones y acontecimientos que nos desbordan y ante los que nos sentimos incapaces de tomar las riendas. En esa circunstancia, un profesional de la psicología, ayuda a adoptar posturas orientadas a la resolución del conflicto.